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Cree
Mira siempre de frente al horizonte y si vuelves la vista a tus espaldas, que sea para hundir el mal del hombre que quebró tu cariño y tu esperanza.
Sigue siempre adelante, que el camino se abre más amplio cada vez que pasas. La luz es para todos, y el destino nos prueba a veces, y otras nos encauza.
No esperes vanas ilusiones muertas, no creas más en lo que tú batallas, que cuando tu morada esté desierta, muy pocos buscarán recuperarla.
Pero cree en la vida porque es bella y en la gente que de tí no se separa.
Mira siempre de frente al horizonte y si vuelves la vista a tus espaldas, que sea para hundir el mal del hombre que quebró tu cariño y tu esperanza.
Sigue siempre adelante, que el camino se abre más amplio cada vez que pasas. La luz es para todos, y el destino nos prueba a veces, y otras nos encauza.
No esperes vanas ilusiones muertas, no creas más en lo que tú batallas, que cuando tu morada esté desierta, muy pocos buscarán recuperarla.
Pero cree en la vida porque es bella y en la gente que de tí no se separa.
El alma de nuestra madre tierra
El amor no triunfa cuando
la estupidez del hombre, cerrada en el cofre
del egoísmo, no respeta nuestra Madre Tierra
La humanidad sofoca, despacio,
despacio, en una total indiferencia.
Nuestra Madre Tierra, la gran ánima viviente
nos calienta sobre su corazón y
nos nutre, pero nosotros enredados por la ignorancia
estamos ciegos y sordos a su llamada.
¿Estamos, tal vez, esperando que
los frutos enfermos de nuestra
Madre Tierra, nos envenenen?
No nos dejemos sofocar con ella, cuidemos nuestra
Madre tierra con devoción, porque ella
nos nutre de amor y energía.
Siento mi espíritu temblar,
mientras su gran alma enferma y sufrida
se desespera porque sus hijos son ingratos,
no tienen respeto por ella y ni siquiera por sí mismos.
Mientra muere lentamente
yo oigo sus lamentos, su sufrimiento y sus lágrimas
que caen sobre mi corazón angustiado.
El amor triunfa solo cuando
respetamos a nosotros mismos y nuestra Madre Tierra.
La vida continuará solo si se despiertan del sueño
de la indiferencia.
Yo siento su respiración sufrida, la lluvia ácida
que cae sobre mi y me
consuma los miembros, mientras nos implora
escuchar su eco de dolor que vuela
a nuestros oidos sordos y a nuestras mentes
lejanas del corazón. >